Durante décadas la lucha contra la violencia de género ha sido
caracterizada por que las mismas personas que debían ser protegidas, han
sido quienes tuvieron que levantar las banderas de la igualdad, la
justicia y el compromiso de romper el silencio y los esterotipos.
Las mujeres que se han dedicado a luchar por una sociedad más justa, a
exigir que se respeten sus derechos, a defender lo que les pertenece,
siempre han sido vistas por la sociedad machista como "las locas esas",
más de una vez alguien habrá escuchado decir: "¿que quieren ahora?, que
se vayan a lavar los platos o atender a los hijos", pero este tipo de
argumentos no son nuevos.
Desde los inicios de la historia la mujer siempre ha sido culpabilizada
y perseguida, estigmatizada y reducida. Desde el Génesis en la Biblia
que habla de una mujer creada a partir de la costilla de un hombre y la
"Santa Inquisición", entre otras cosas. Así hasta el día de hoy que la
iglesia sigue atrasando los tiempos de la evolución social, impidiendo
por ejemplo que las mujeres ejerzan su legítimo derecho a elegir que
hacer con sus cuerpos.
Los discursos que colocan a la mujer en el lugar de "ama de
casa/madre/esposa/niñera", se han perpetuado en el tiempo, han sido
aceptados y naturalizados, pensar en una mujer que reclama derechos,
para algunos sectores de la sociedad es escandaloso, inaceptable, "¿para
que quieren derechos?", dirán algunos...
A nivel masivo, los medios de comunicación son una de las grandes vías
donde las prácticas que pretenden legitimar el discurso de que las
mujeres son objetos, son vistos día a día por millones de personas, en
las publicidades de productos para el hogar o electródomesticos, la
mujer siempre queda en el mismo lugar: la cocina. En los programas de
televisión el rol femenino siempre es igual: la cara bonita, o el culo o
las tetas.
Pasando al plano educativo, es un hecho histórico y conocido por la
humanidad que las mujeres no tenían permitido estudiar, que cuando
lograron hacerlo sólo eran carreras que los hombres consideraban que
eran aptas para cursar. Aún hoy, tanto la escuela, como las
universidades siguen siendo espacios donde se discrimina y relega la
imágen de las mujeres, dónde no existe una reivindicación de los
personajes femeninos que han sido parte de la historia, donde la mayoría
de los textos que se leen en materias como lengua y literatura son solo
de hombres; en el mismo sentido es el ámbito educacional dónde los
niños y niñas realizan los primeros pasos en la socialización y es
justamente ahí donde puede verse como los más chicos reproducen el
modelo de suboridnación de los varones sobre las mujeres que traen desde
sus casas.
Sin olvidar los mandatos sociales que colocan a la mujer en el lugar de
un objeto de posesión, cosificandolas, reduciendolas a cumplir roles
que al parecer sólo ellas y nada más que ellas pueden llevar a cabo,
como el cuidado de los hijos, la limpieza del hogar, atender al
marido/novio... la mujer a demás tiene la obligación de
casarse/juntarse/convivir con alguien al menos una vez en su vida para
no quedarse "solterona", es la que tiene que bancarse lo que sea para
que los demás no hablen de ella, la que tiene que dejar de lado sus
planes personales para ponerse al frente de una familia, la que es
maltratada cuando reclama, la que es dejada de lado cuando exige, la que
es golpeada y violentada de las peores formas, utilizada, vendida,
comercializada...
Resulta difícil, lamentable y triste no saber en los tiempos que
corren de los distintos hechos de violencia a los que las mujeres son
sometidas... y no solo por hombres, sino también por mujeres que recrean
los discursos machistas: cuando van a trabajar, cuando van estudiar y
hasta cuando van a parir... cuando han sido víctimas de un hecho
violento y con todo el dolor físico y emocional que esto implica, se
animan a denunciar y siguen siendo maltratadas en las instituciones por
las que deberían ser protegidas, siguen siendo vistas como la culpable,
como la que "algo habrá hecho", como la que se merece ser castigada...
La violencia contra las mujeres esta naturalizada, aceptada en forma
tácita, arraigada en la sociedad, a veces sólo basta con una palabra,
con una pequeña acción, para que la violencia se haga presente, y
aquellos que son víctimas entran en el círculo de la violencia que a
veces parece interminable, y que para muchas lo ha sido.
Ha llegado el momento de reflexionar, es claro que cada vez son más las
mujeres que se animan a contar por lo que les ha tocado pasar, cada vez
son más las que aún sin haber sido víctimas de violencia física se
animan a romper con la violencia diaria, en la calle en el trabajo y en
todas partes donde se haga presente, cada vez son más las voces que se
suman a los pedidos de justicia por aquellas que no fueron auxiliadas a
tiempo, cada vez son más los que deciden no permanecer indiferentes.
Ha llegado el momento de cambiar, de comprender, de hablar y de
escuchar, de participar, de saber que hoy le tocó a la de al lado, pero
que mañana me puede tocar a mí, de apropiarse de los discursos y luchar,
de dejar de ser la discriminada, de plantarse y decir que tenemos
derechos, sobre nuestros cuerpos y vidas.
Es necesario educar en igualdad, para que los que ocupen mañana
nuestros lugares sean más tolerantes y menos violentos, y sobre toda las
cosas este el momento de sumarse a las luchas y a los pedidos, que las
que salen a la calle levantando las banderas que piden leyes que
protejan a todas las mujeres, niños y niñas, no sean señaladas como "las
locas esas" que reclaman pavadas, si nos ponemos a pensar, somos
mayoría, y en tal caso "las locas" son muchas, como la que escribe esta
nota.
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